ARTE Y CULTURA DE VERDAD!!
Sin afán de atraer réplicas ofensivas, ni que se tome como tema de debate, solo quisiera compartir con ustedes mi simple opinión.
El Instituto de Cultura es un organismo con gran presupuesto, plantilla, proyectos, siempre ha sido y será un tema de gran controversia, y más cuando es cambio de gobierno y tanta gente lamentablemente se queda sin trabajo, y a otra más le llega la oportunidad de éste, no nos atañe a nosotros decir si eso es justo o injusto, simplemente son las políticas por las que se han regido por años y años. Y con todo este cambio llegan los directivos, a quienes en vez de revisarle el currículum, se les revisa la vida entera, que si tiene hijos, que si tiene carro, que si tiene cuentas en el extranjero, y hasta con quien anda o sale o está casado o no.
En lo que a mí concierne, y debería también al pueblo de Durango, es que la gente que queda a la cabeza del Instituto sea de amplia preparación y experiencia, que tenga valores morales para que no haya desvío de recursos, que tenga amor por el arte y la cultura que es esencial para desempeñar tales puestos.
En mi opinión la Ing. Corín Martínez Herrera, que proviene de familia artística, preparada, carismática, talentosa, con una trayectoria envidiable, es la indicada para encabezar al Instituto, y no soy mujer, pero me siento orgulloso que sea la primera mujer en estar en tal puesto, y pido un voto de confianza para el inicio de un gran sexenio para la cultura, que malas opiniones no nos cieguen la razón y podamos ser objetivos y analíticos de aquellos comentarios que no son más que eso, simples palabras sin fundamento. No se trata de que si la Directora o el subdirector, o los directores de departamentos, son un solo equipo de trabajo, y confío que bajo la dirección de la Ing. Martínez se sacará lo mejor de cada uno, y no en el aspecto personal, sino profesional, que podrá explotar para el bien de la Institución y después del Arte y la Cultura en todo nuestro Estado.
La mejor de las suertes, inicio pedregoso, hagámoslo más suave para nosotros mismos.
Rodolfo Lemus.
